Desde que terminé la carrera de arquitectura, tuve claro que quería una experiencia en el extranjero. Ese deseo me llevó a la ciudad de San Francisco, en California. Una etapa que marcó mi desarrollo profesional y personal.
Tras graduarme, mientras trabajaba en un despacho en Palma, envié currículums a varios estudios en San Francisco. Logré concertar diez entrevistas y viajé a la ciudad durante tres semanas para realizarlas. La energía del lugar superó mis expectativas. Finalmente, un despacho me ofreció un puesto, Korth Sunseri Hagey Architects, iniciando así el proceso de obtención del visado, que tardó unos ocho meses. Mientras tanto, seguí trabajando en Palma hasta que pude mudarme definitivamente.
Desde el primer día en San Francisco, me sorprendió la confianza que depositaban en los jóvenes arquitectos. Participé en reuniones con clientes, en decisiones de diseño y en la gestión de proyectos, algo poco habitual en España en ese momento. La edad o la experiencia no eran un límite para ellos, sino una oportunidad para aportar nuevas ideas.
Aunque Estados Unidos no es en general un referente en arquitectura por su diseño, en aquel momento la formación europea tenía un gran reconocimiento. En 2006, el MoMA de Nueva York organizó una exposición sobre arquitectura española, reforzando su prestigio internacional. Esto hizo que mi experiencia y formación fueran valoradas, especialmente en temas relacionados con arquitectura y diseño.
El diseño siempre ha sido una prioridad para mí, y en San Francisco me di cuenta de que mi enfoque en este aspecto aportaba valor, ya que no siempre era un elemento central en los estudios locales.
Además, aprendí sobre organización y productividad. La cultura de trabajo en Estados Unidos fomenta la eficiencia y la responsabilidad desde el inicio, lo que me permitió comprender mejor cómo optimizar procesos y liderar proyectos con mayor autonomía. Los despachos allí tienen estructuras claras, con líderes de equipo y procesos bien definidos. En España, muchos despachos de la época estaban liderados por arquitectos sin formación en gestión empresarial.
También amplié mi perspectiva al trabajar con otros sistemas constructivos y escalas de medición (acostumbrado al sistema métrico, tuve que adaptarme al sistema de pies y pulgadas), lo que me enseñó a tener la mente más abierta, no dar nada por hecho y a adaptarme a distintos enfoques.
El ambiente de trabajo en mi estudio en San Francisco se caracterizaba por un enfoque positivo y motivador. La jornada continua facilitaba la convivencia diaria del equipo, fortaleciendo las relaciones y el sentido de comunidad. Las actividades en grupo, como surf, esquí y eventos sociales, promovían la cohesión y el bienestar, lo que se traducía en mayor productividad y mejores resultados en los proyectos. Aprendí la importancia de un buen ambiente laboral y cómo este influye directamente en la calidad del trabajo. Esta visión fue clave para formar mis propios equipos en el futuro.
Silicon Valley en 2005-2006
Llegué a San Francisco en pleno auge del Silicon Valley. Empresas como Google estaban en expansión, Facebook comenzaba a despegar y Apple preparaba el lanzamiento del iPhone. La ciudad tenía un ambiente innovador y optimista.
Participé en proyectos significativos, como la sede de SAP en Hillview Avenue, lo que me permitió asistir a reuniones en el corazón de Silicon Valley.
También trabajé en la reforma de la casa de George Lucas en San Rafael, interpretando bocetos hechos por él mismo. Además, el estudio tenía clientes como Oracle y desarrollaba proyectos muy interesantes. El despacho también trabajaba en proyectos de hoteles y viviendas, lo que me permitió diversificar mi experiencia en distintos tipos de edificaciones.
Toda esta experiencia fue clave para mi decisión de emprender. Regresé a España con 26 años y abrí mi propio despacho. Sin esta etapa en Estados Unidos, quizás no habría dado ese paso tan pronto.
Aplicar una mentalidad más estructurada e internacional me permitió mejorar. La cultura del esfuerzo y el emprendimiento que absorbí en Estados Unidos, fue fundamental para superar los primeros años, especialmente considerando que no solo carecía de experiencia y era joven, sino que también atravesé la crisis económica de 2010. Sin la energía y determinación adquiridas en San Francisco, difícilmente habría afrontado esos años de la misma manera.
Además, trabajar en inglés me abrió muchas puertas. En la actualidad, el 80% de mis clientes son extranjeros y el inglés es mi idioma principal en el ámbito profesional. Esta habilidad ha sido esencial para el crecimiento y la internacionalización de mi estudio.
No todo en Estados Unidos era mejor, pero aprendí a equilibrar la creatividad con eficiencia y a aplicar los valores de perseverancia y determinación que caracterizan el famoso sueño americano. Estos valores han sido clave en mi desarrollo profesional y en la forma en que gestiono mi estudio hoy en día.
Para mí, San Francisco fue una escuela de vida y el impulso para mi carrera profesional.